Alguna vez en su vida se han preguntado, ¿la cebra es
blanca con rayas negras o vice versa? Esta
pregunta plantea un juego óptico muy curioso. Igual sucede cuando nos
disponemos a observar las nubes en el cielo. Es posible
identificar todo o nada. Podríamos estar horas mirándolas y decir que vemos
dinosaurios, rostros, etc. En realidad es poco probable coincidir con los demás
respecto a que si la nube parece un oso o un león. Con este ejemplo vemos que
la naturaleza puede resultar en una trampa óptica o simplemente muestra nuestra
vulnerable visión. En fin, uno se divierte diciendo si es o no un tigre la
nube y en otros casos llega la frustración. Espero que este no sea el caso porque el arte
viene con todo para jugar con nuestro sentido de la vista.
El Op-art u “optical art” surge en 1960 y se creó con la
intención de que el ojo cree un ilusionismo con la obra. Se valió de la ambigüedad
que implica el campo de la percepción y
lo utiliza como motor para crear obras que desafíen nuestra visión. Lo importante
era el impacto visual que causara la obra en el espectador, de ahí que requiera
de un observador activo que se mueva y desplace para capturar el efecto óptico.
Este arte parte de la premisa de que el observador se enfrenta a una obra que
se mueve por lo cual debe buscar el principio y el final de la misma.
Para lograr esos efectos visuales empleó figuras geométricas
como el rectángulo, el cuadrado, el triángulo y el círculo. Como refuerzo
utilizó líneas rectas, contrastes de colores, cambios en formas y tamaños y
repetición y combinación de formas en la obra. Su desarrollo fue paralelo al
arte minimal. Se trata de un arte efímero, de un arte que es moda. Por consiguiente
es de esperarse que su popularidad
perdure hasta el 1965 a pesar de su extensión alrededor del mundo.
Entre los artistas que trabajaron el arte óptico se
encuentra Víctor Vasarely, quien en su obra Relat-if
muestra lo que es este arte. Jesús Rafael Soto con Los penetrables hace lo mismo pero valiéndose del “plexiglás” para
lograr unos filamentos plásticos que juegan con nuestra percepción. Por último,
Carlos Cruz Diez en sus Cromo saturación
une rayas de colores para crear efectos ópticos.
Sin lugar a dudas un arte que retó y reta la óptica
humana haciendo que nos preguntemos sobre lo que vemos ante la ambigüedad que
arraiga en su esencia.
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