miércoles, 3 de febrero de 2016

Érase una vez en 1280...

Se cuenta que para 1280 en Italia nació Simone Martini, quién  se dedicó a ser pintor. Perteneció a la escuela de Siena en la cual Duccio era de los más reconocidos y aclamados. A pesar de ello, Simone supo aprovechar su oportunidad de pertenecer a la escuela y sobre todo al círculo de Duccio para desarrollar un estilo muy particular. Gracias a ello se destacó como un gran creador dentro de la escuela. El uso de la línea en forma de “s” le permitió crear curvas y contra curvas en sus obras. Este detalle técnico hace que sus composiciones tengan un carácter muy distinto a las obras del gran Duccio. 

Para una mejor apreciación del estilo del artista parece conveniente examinarlo a través de una de sus grandiosas obras. En el Retablo de San Luis de Toulouse coronando a su hermano Renato de Anjou de 1317 tenemos un cuadro muy bien trabajado. Aquí se retrata el momento en que San Luis renuncia al trono para dedicar su vida a Dios. Él deseaba formar parte de la Orden Franciscana. Para traducir esto Simone Martini nos presenta a un personaje admirado que se ubica en el trono con la vestimenta de arzobispo. Bajo ese manto el artista representa por medio de un hábito el deseo de San Luis de ser fraile franciscano. Esta decisión de Martini resulta muy apropiada porque nos muestra la contradicción entre manto (cargo y poder) vs. hábito (humildad). En esta escena central es notable la falta de proporción entre las figuras ya que San Luis es más grande que su hermano Renato. Este personaje aparece vestido de azul y dorado que nos indica que pertenece a la nobleza. Otro elemento que refiere a la nobleza de la época es la flordelis, la cual aparecía en las casas reales francesas. 

En las vestiduras de los personajes podemos ver el uso de la línea curva que proporciona una sensación de movimiento y menos rigidez. Otra particularidad del artista es el empleo de los ojos rasgados u orientales en vez de almendrados. A pesar de la planaridad que supone el fondo dorado, el artista se encarga de introducir perspectiva y tridimensionalidad por medio de una alfombra. En la parte inferior hay cinco escenas contenidas en arcos semicirculares que relatan la vida de San Luis. Las mismas se leen de izquierda a derecha. En la primera se encuentra el Papa Bonifacio VIII que quiere hacer obispo a San Luis, quién rechaza para ser franciscano primero. Seguido tenemos el ingreso a la Orden Franciscana. Luego a San Luis dando de comer a los pobres, el milagro de hacer resucitar a un niño, y por último, su muerte. 

Esta maravillosa pieza es la muestra de la delicadeza al pintar que caracteriza a Simone Martini, productor de imágenes suaves. Es un artista que integra la arquitectura a su obra y resalta la vocación a la narrativa. Sin embargo, lo más innovador que realiza es la frase que aparece en la bancada (parte inferior) en la que expresa: “SIMON.DE.SENIS ME.PINXIT”  que significa “Lo hizo Simone”. Con ello propone un cambio en la mentalidad y orgullo del artista porque se reconoce como creador de ella. Sin lugar a dudas su trabajo artístico es excepcional que no solo se ve reflejado en esta pieza sino también en obras como La anunciación y Majestad del Palacio Público de Siena. Simone Martini muere en 1340 en la corte papal de Aviñón, Francia donde realizó sus últimas obras. 



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