El arte nos presenta un mundo lleno de maravillas. Dentro
de ellas aparecen las grandiosas esculturas. Son trabajadas con una genialidad
que dejan al espectador sin aliento. Esta sensación resulta familiar cuando
echamos un vistazo sobre las esculturas griegas clásicas y helenísticas. Resulta
impresionante que con sus medios hayan logrado semejante obra de arte. Muchas de
estas esculturas eran el modelo para representar la habilidad del escultor al
trabajar una técnica. De ellas se derivan varias técnicas que colaboraron
grandemente a la fama de los griegos.
Imaginemos que estamos ante el Doríforo de
Policleto, esa gran obra que representa su canon de medidas. Este escultor
decía que el cuerpo era siete veces el tamaño de la cabeza. Así la cabeza sería
la unidad de medida que se repetiría siete veces a lo largo del cuerpo. Ahora bien,
Policleto no solo se conformó con el canon sino que dijo que era importante
hacer notar las articulaciones para proporcionar de movimiento a la escultura. Asombroso,
¿no?
Este portador de lanza es un atleta o guerrero que
está caminando o al menos esa es la sensación que produce al verlo. Lo cierto
es que él muestra una técnica sensacional que aporta a la genialidad de la
obra: el xiasmos. Se trata de una “X” en el cuerpo de la cual una línea recta
se dispone de un lado y la línea curva en el otro con la cabeza girada para
este lado. La misma fórmula la vemos en el Diadúmenos de Policleto.
Muchas de estas esculturas griegas no se conservan
las originales puesto que ellas eran de bronce un material que posiblemente fue
fundido y reusado para otros propósitos. Lo que tenemos hoy día son las copias
romanas hechas en otro material y muchas de ellas con un soporte. Gracias a
ello es que podemos tener una idea de cómo trabajaron la escultura los griegos.
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semana. Chao.