miércoles, 3 de junio de 2015

"¡No queda más que un desierto!"

Si bien es cierto,  en nuestro planeta hay millones de objetos, cosas y artículos que según sus propiedades asociadas a nuestros referentes mentales podemos decir que son enteramente o al menos bastante reconocibles. Todos somos capaces de reconocer un libro, un papel, una flor y por ahí te vas. El punto es que son cosas, que en su mayoría, podemos identificar rápido. Ahora bien, vamos a hacer un ejercicio sencillo. La imagen que se muestra a continuación tiene bastantes, sino es que muchos, objetos reconocibles como árboles, flores, niños, cisne, un puente, un edificio, un cuerpo de agua, una mujer desnuda y entre otras cosas. 
Está claro que en esta obra de Leda y el cisne de Leonardo da Vinci podemos reconocer las cosas y el artista plasma esos elementos de la realidad. 

No obstante, ¿qué sucede cuando nos enfrentamos a una imagen como la que sigue a continuación? ¿Reconocen algo? 
En ella es más complicado llevar a cabo ese proceso que tanto hacemos. ¿Por qué será?  La obra se titula El afilador de cuchillos. Es muy probable que al momento que nos dicen algo sobre la misma empezamos a notar que sí lo tiene.  ¿Cómo es eso posible? ¿Qué hace que lo pasemos desapercibido si estuvo ahí siempre? Interesante. Echemos un vistazo para descubrir el porqué y cómo eso sucede. 

Esta idea muy peculiar y particular proviene de la abstracción (artículo anterior) y más específico de una de sus vertientes: el suprematismo. Este es creado por Kasimiro Malevich, artista que inicia con la abstracción y luego pasa al suprematismo. Este movimiento otorgó enfoque a la sensibilidad pura en el arte y promovió la expresión de la misma. Bajo el suprematismo se valora todo medio que permita la máxima expresión de la sensibilidad en una obra puesto que la misma es diferente a la objetividad, a una representación objetiva de la realidad. De ahí que Malevich argumentara que la sensibilidad es independiente del ambiente en que surgió puesto que la misma es un fenómeno que es evocado por algo. Para el suprematismo los fenómenos naturales no tienen significado, por lo cual pueden estar presentes pero no será una representación fidedigna de ellos ni serán el foco de interés. Lo que interesa es la sensibilidad que lleva a la representación sin objetos. La intención es que nada sea reconocible excepto la sensibilidad como obra de arte. Por tal razón, Malevich argumentó que el suprematismo trata de un desierto de sensibilidad donde no hay imágenes de la realidad y solo es reconocible la sensibilidad en la obra. 

Malevich como artista tienen obras figurativas en las que hay objetos reconocibles como Los deportistas y Cabeza de campesino. En ellas podemos identificar ciertos objetos que son familiares y además son temas de la realidad. Al igual sucede con El reposo de la buena sociedad, El carpintero y La cosecha del siglo. En ellas se puede apreciar la sensibilidad en la forma de trabajar la obra y se puede confirmar que el interés no es presentar la realidad porque no tiene significado sino la sensibilidad de lo que esa escena puede provocar. Sin embargo, en otras como Negro sobre blanco y Blanco sobre blanco las cosas cambian. Aquí observamos unas obras que constatan el argumento de Malevich de lograr una representación sin objetos. Incluso, plasma la sensibilidad a través de lo visual. Es el suprematismo en toda su expresión. 

Los deportistas

Cabeza de campesino

El reposo de la buena sociedad

El carpintero

La cosecha del siglo

Blanco sobre blanco

Negro sobre blanco

Este movimiento representó una revolución puesto que el interés no residió en los objetos reconocibles de la realidad sino en la sensibilidad y abrir el espacio para manifestarla hasta el punto de prescindir de ellos al momento de hacer una representación. El recorrido por la vida del arte continúa. Para la próxima los espero para conocer el PROUN. ¡No te lo pierdas! Hasta la próxima! Un abrazo. 

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