viernes, 9 de enero de 2015

La perla deforme del Barroco

Hace algún tiempo durante el siglo 17-18 surgieron una serie de luchas políticas y religiosas que provocaron una división entre países católicos contrarreformistas que favorecían el absolutismo, y países protestantes que preferían la democracia. En este campo de batalla se desarrolló un arte muy ornamental, refinado, con algunos rasgos del racionalismo clasicista y con formas efectistas y dinámicas. Fue un arte que se afianzó en el gusto por lo sorprendente, lo anecdótico, los golpes de efectos y las ilusiones ópticas. Si bien en este tiempo de revolución, fue uno que buscó llamar la atención del público. El cuadro de Las Meninas de Velázquez hecho en 1656 es un ejemplo contundente de ello. En esta obra se observa que el autor se plasma así mismo en lado izquierdo a manera de resaltar la figura del pintor como artista que se inspira, contrarrestando y denunciando la condición y visión que se tenía del pintor como simple artesano.  

Las meninas de Velázquez 

El dinamismo y lo ornamental impregnan la arquitectura de este tiempo aunque la misma conserva unos rasgos clásicos y desarrolla un sentido escenográfico de las formas y volúmenes que emplea. Resalta la importancia de modular el espacio, prefiriendo las curvas cóncavas y convexas, enfocándose en los juegos ópticos y el punto de vista del espectador. Italia viene a ser el lugar donde se comienza este nuevo estilo y un gran ejemplo de él, lo es la obra de Bernini de tamaño monumental: la Plaza de San Pedro. Mientras tanto, en Francia se destacan obras como el Palacio del Louvre de Le Vau y Perrault. La arquitectura española durante le primera mitad del siglo 17 arrastró el estilo herreriano,  pero en la segunda mitad surgió el estilo churrigueresco de José Chirriguera el cual  se destacó por ser muy decorativo y por utilizar columnas salomónicas. El Convento de San Esteban es un claro ejemplo de este estilo. 

Plaza San Pedro

Museo del Louvre

Convento San Esteban

Columna salomónica

La escultura por su parte, tuvo una base naturalista que fue deformada por los deseos del artista. La misma adquirió lo dinámico, sinuoso, expresivo y ornamental-decorativo, resaltando la expresión y el movimiento.  La obra de Apolo y Dafne de Bernini de 1622-25 es un maravilloso ejemplo que muestra los elementos mencionados. 

Apolo y Dafne de Bernini

En el área de la pintura surgieron dos vertientes, por un lado el naturalismo cuya base es la realidad natural y su preferencia por el claroscuro. Por otro lado, el clasicismo se basa en una realidad más intelectual e idealizada. Para la segunda mitad del siglo 17 predominó la pintura mural, La creación del hombre de Luca Giordano de 1684-86 es un buen ejemplo y la misma se encuentra actualmente en el Palacio Medici Riccardi en Florencia. En este tiempo surgieron muchas escuelas y estilos como la flamenca y la holandesa. Diego Velázquez es el artista más destacado en España y la Venus del espejo de 1650 es otra pieza maestra. 

La creación del hombre de Giordano

Venus del espejo de Velázquez

Durante estos siglos dentro de las artes industriales, la ebanistería sobresale en Francia con el trabajo de André-Charles Boulle. Este caballero creó una técnica de aplicación de metales sobre materiales orgánicos o viceversa. El Palacio de Versalles y el Gran Trianón en Versalles son una muestra de ello. La orfebrería, la tapicería, la cerámica y el vidrio cobraron importancia en ese entonces.  

Palacio de Versalles

Gran Trianón

Sin duda alguna, el barroco fue un movimiento muy particular enfocado en lo ornamental-decorativo que logró con el esfuerzo de grandes artífices y maestros capturar la atención de los espectadores de ese entonces y de los que apreciamos sus obras actualmente. 

Nuestro viaje sigue avanzando por la vida del arte, la próxima parada será el estilo rococó. Hasta el viernes. Recuerden compartir y visitar Arte Espacio en facebook y twitter.

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